jueves, 2 de julio de 2009

El Banquete o del Amor.


—«El Amor es un gran dios, muy digno de ser honrado por los dioses y por los hombres por mil razones, sobre todo, por su ancianidad; porque es el más anciano de los dioses. La prueba es que no tiene padre ni madre; ningún poeta ni prosador se le ha atribuido. según Hesiodo, el caos existió al principio, y enseguida apareció la tierra con su vasto seno, base eterna e inquebrantable de todas las cosas, y el Amor. Hesiodo, por consiguiente, hace que al caos sucedan la Tierra y el Amor. Parménides habla así de su origen: el Amor es el primer dios que fue concebido. Acusilao ha, seguido la opinión de Hesiodo. Así, pues, están de acuerdo en que el Amor es el más antiguo de los dioses todos. también es de todos ellos el que hace más bien a los hombres; porque no conozco mayor ventaja para un joven, que tener un amante virtuoso; ni para un amante, que el amar un objeto virtuoso. Nacimiento, honores, riqueza, nada puede como el Amor inspirar al hombre lo que necesita para vivir honradamente; quiero decir, la vergüenza del mal y la emulación del bien. Sin estas dos cosas es imposible que un particular ó un Estado haga nunca nada bello ni grande. Me atrevo a decir que si un hombre, que ama, hubiese cometido una mala acción o sufrido un ultraje sin rechazarlo, más vergüenza le causaría presentarse ante la persona que ama, que ante su padre, su pariente, o ante cualquiera otro. Vemos que lo mismo sucede con el que es amado, porque nunca se presenta tan confundido como cuando su amante le coge en alguna falta. De manera que si, por una especie de encantamiento, un Estado o un ejército pudieran componerse de amantes y de amados, no habría pueblo que llevase más allá el horror al vicio y la emulación por la virtud. Hombres unidos de este modo, aunque en corto número, podrían en cierta manera vencer al mundo entero; porque, si hay alguno de quien un amante no querría ser visto en el acto de desertar de las filas o arrojar las armas, es la persona que ama; y preferiría morir mil veces antes que abandonar a la persona amada viéndola en peligro y sin prestarla socorro; porque no hay hombre tan cobarde a quien el Amor no inspire el mayor valor y no le haga semejante a un héroe. Lo que dice Homero de que inspiran los dioses audacia a ciertos guerreros, puede decirse con más razón del Amor que de ninguno de los demás dioses. Sólo los amantes saben morir el uno por el otro. Y no sólo hombres sino las mismas mujeres han dado su vida por salvar a los que amaban. La Grecia ha visto un brillante ejemplo en Alceste, hija de Pelias: sólo ella quiso morir por su esposo, aunque éste tenía padre y madre. El amor del amante sobrepujó tanto a la amistad por sus padres, que los declaró, por decirlo así, personas extrañas respecto de su hijo, y como si fuesen parientes sólo en el nombre. Y aun cuando se han llevado a cabo en el mundo muchas acciones magníficas, es muy reducido el número de las que han rescatado de los infiernos a los que habían entrado; pero la de Alceste ha parecido tan bella a los ojos de los hombres y de los dioses, que, encantados éstos de su valor, la volvieron a la vida. ¡Tan cierto es que un Amor noble y generoso se hace estimar de los dioses mismos!

El Banquete o del Amor. Platón.

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